Con el paso del tiempo, se ha vuelto legendario por la supuesta maldición que alcanza a sus respectivos poseedores.
Numerosos rumores señalan que es el culpable de las desgracias y muertes que les ocurrieron a cada uno de sus dueños.
Según la leyenda, la primera de sus víctimas fue un sacerdote hindú que sucumbió ante su embrujo hace 500 años, poco después de extraerse la gema del río Kistnsi, al sudoeste de la India. Se atrevió a robarla de la frente del ídolo de un templo, pero fue descubierto y torturado hasta morir.
El diamante apareció en Eurpa en 1642, en manos de un contrabandista francés llamado Jean Baptiste Tafernier. Con su venta, Tafernier obtuvo dinero suficiente para comprarse un título nobiliario y una propiedad. Pero su hijo contrajo tantas deudas en el juego que hubo de vender cuanto tenía Arruinado, volvió a la India para rehacer su fortuna y murió al ser atacado por una jauría de perros salvajes.
el diamante forma parte de la colección de gemas de Henry Phillip Hope. En ocasiones, Hope solía portarlo en una fíbula ó se lo enviaba a Louisa Beresford, esposa de su hermano Henry Thomas Hope, quien lo usaba para algunos bailes formales. Tras la muerte de Phillip Hope, acaecida en el año 1839, sus tres sobrinos intentaron obtener la herencia de la colección de gemas de su tío hasta que, diez años después, Thomas Hope la adquirió, incluyendo al diamante Hope. Tiempo después, la colección fue exhibida durante la Gran Exposición de Londres, en 1851, así como en la Exposición Universal de París, en 1855.
Sucesivamente, la colección de gemas pasó a ser heredada por cada uno de los descendientes de la familia Hope. Cuando Henry murió, en el año 1862, su esposa Adele heredó las gemas. Tras la muerte de ésta, en el año 1884, la herencia recayó en su hija, Henrietta, quien contrajó matrimonio con el duque Henry Pelham-Clinton. Cuando ambos murieron, le tocó el turno a su hijo Henry Francis Pelham-Clinton Hope, quien recibió su herencia hasta el año 1887. Sin embargo, debido a que sólo estaba interesado en una sola persona para su herencia, estuvo obligado a no vender la colección, sin previo permiso de la corte.
El 27 de noviembre de 1894, Francis Hope contrajó matrimonio con su amante, la actriz estadounidense May Yohe. Yohe expresó que ella únicamente había portado el diamante durante algunas reuniones literarias (incluso, decidió crear una réplica exacta para dichas reuniones), aún cuando Hope lo desconocía. En el año 1896, Hope se declaró en quiebra y, como era incapaz de vender el diamante Hope sin el permiso de la corte, su esposa lo apoyó económicamente. Fue hasta el año 1901 cuando, finalmente, Hope pudo vender la gema, mientras que Yohe y él se divorciaron al año siguiente.
Sucesivamente, la colección de gemas pasó a ser heredada por cada uno de los descendientes de la familia Hope. Cuando Henry murió, en el año 1862, su esposa Adele heredó las gemas. Tras la muerte de ésta, en el año 1884, la herencia recayó en su hija, Henrietta, quien contrajó matrimonio con el duque Henry Pelham-Clinton. Cuando ambos murieron, le tocó el turno a su hijo Henry Francis Pelham-Clinton Hope, quien recibió su herencia hasta el año 1887. Sin embargo, debido a que sólo estaba interesado en una sola persona para su herencia, estuvo obligado a no vender la colección, sin previo permiso de la corte.
El 27 de noviembre de 1894, Francis Hope contrajó matrimonio con su amante, la actriz estadounidense May Yohe. Yohe expresó que ella únicamente había portado el diamante durante algunas reuniones literarias (incluso, decidió crear una réplica exacta para dichas reuniones), aún cuando Hope lo desconocía. En el año 1896, Hope se declaró en quiebra y, como era incapaz de vender el diamante Hope sin el permiso de la corte, su esposa lo apoyó económicamente. Fue hasta el año 1901 cuando, finalmente, Hope pudo vender la gema, mientras que Yohe y él se divorciaron al año siguiente.
la maldicion y sus victimas: todos los que tenian el diamante sufrieron terribles desgracias o muertes Dicha maldición es atribuida al hurto de la misma de un templo edificado en honor a la diosa Sītā. El primer poseedor de la joya fue Jean-Baptiste Tavernier, quien mostró el diamante original (cuyo peso es de 115 quilates) al rey Luis XIV de Francia. Después de venderla, Tavernier cayó en quiebra y huyó a Rusia, en donde sería hallado muerto de frío, mientras el cadáver había sido devorado por alimañas.
En el año 1691, la madame de Montespan, amante del rey, quiso que Luis XIV le obsequiara el diamante. Poco después, cayó en desgracia y murió olvidada en 1707.
En el año 1715, con motivo de la visita del embajador del sha de Persia, el rey de Francia le mostró el diamante, para que viera que el objeto no podía hacerle ningún mal. Luis XIV murió ese mismo año, de manera inesperada. Con su muerte, muchas personas comenzaron a creer que el diamante (que en esa epoca su nombre era "diamante azul") causaba desgracias a su poseedor correspondiente. El siguiente rey, Luis XV de Francia no mostró mayor interés en la gema y ordenó conservarla en un cofre.
En el año 1774, María Antonieta, esposa del rey Luis XVI de Francia, decidió portar el diamante y prestarlo a la princesa de Lamballe. Debido a que Maria Antonieta, su esposo y la princesa murieron en la guillotina, se ha atribuido también al diamante azul el asesinato de éstos.
Durante la Revolución Francesa, unos ladrones robaron el diamante de la colección de joyas reales. Sólo uno de ellos prefirió conservarlo hasta 1820, cuando decidió vendérselo al holandés Wilhelm Fals para cortar la joya en dos. La primera fue adquirida por Carlos Federico Guillermo, duque de Brunswick. Más tarde, el duque cayó en quiebra. La segunda la conservó el holandés. El hijo de Fals optó por robarle la joya a su padre y venderla al francés Beaulieu. Se atribuye al hurto de la joya, la muerte de Fals y su hijo, quien se suicidó tiempo después.
El rumor de las desgracias atribuidas a la supuesta maldición, concluyó en que Beaulieu vendiera el diamante a David Eliason, quien también la vendió rápidamente al rey Jorge IV de Inglaterra. La muerte del rey se atribuye también al uso del diamante, que había sido incrustado en su corona.
El siguiente poseedor del diamante fue el príncipe Iván Kanitowski. Kanitowski obsequió el diamante a una vedette, a quien días después asesinaron. Los siguientes propietarios de la joya (el griego Simón Montarides, Abdul Hamid II y la familia MacLean) también tuvieron muertes trágicas, la mayoría de ellas aún atribuidas al uso del diamante Hope.
A partir de entonces, se ha vuelto legendario por la supuesta maldición que alcanza a sus respectivos poseedores.
Durante la Revolución Francesa, unos ladrones robaron el diamante de la colección de joyas reales. Sólo uno de ellos prefirió conservarlo hasta 1820, cuando decidió vendérselo al holandés Wilhelm Fals para cortar la joya en dos. La primera fue adquirida por Carlos Federico Guillermo, duque de Brunswick. Más tarde, el duque cayó en quiebra. La segunda la conservó el holandés. El hijo de Fals optó por robarle la joya a su padre y venderla al francés Beaulieu. Se atribuye al hurto de la joya, la muerte de Fals y su hijo, quien se suicidó tiempo después.
El rumor de las desgracias atribuidas a la supuesta maldición, concluyó en que Beaulieu vendiera el diamante a David Eliason, quien también la vendió rápidamente al rey Jorge IV de Inglaterra. La muerte del rey se atribuye también al uso del diamante, que había sido incrustado en su corona.
El siguiente poseedor del diamante fue el príncipe Iván Kanitowski. Kanitowski obsequió el diamante a una vedette, a quien días después asesinaron. Los siguientes propietarios de la joya (el griego Simón Montarides, Abdul Hamid II y la familia MacLean) también tuvieron muertes trágicas, la mayoría de ellas aún atribuidas al uso del diamante Hope.
A partir de entonces, se ha vuelto legendario por la supuesta maldición que alcanza a sus respectivos poseedores.
lista de victimas:
Jean-Baptiste Tavernier (1689); muerto de frío y medio devorado por las alimañas.
Nicolás Fouquet (1680); en prisión.
Luis XIV (1715); gangrena.
Princesa de Lamballe (1792); linchada.
Luis XVI y María Antonieta (1793); decapitados en la Revolución Francesa.
Catalina la Grande (1796); infarto.
Wilhelm Fals; asesinado por su hijo Hendrik.
Hendrik Fals (1830); suicidio.
Jorge IV (1830); locura.
Francis Beaulieu; hambre.
Jacques Colot (1904); suicidio por problemas mentales.
Lorens Ladue; asesinada por su amante Iván Kanitowski.
Príncipe Iván Kanitowski; asesinado por revolucionarios.
Subaya Hamid (1908); asesinada por su esposo:
Abdul Hamid II; depuesto en 1909 por la sublevación militar de los Jóvenes Turcos.
Simón Montarides y familia; su carruaje cayó por un precipicio.
Vincent McLean (1938); atropellado.
Ned McLean (1941); locura.
Elizabeth McLean (1946); sobredosis.
Evalyn Walsh McLean (1947); adicta a la morfina
Jean-Baptiste Tavernier (1689); muerto de frío y medio devorado por las alimañas.
Nicolás Fouquet (1680); en prisión.
Luis XIV (1715); gangrena.
Princesa de Lamballe (1792); linchada.
Luis XVI y María Antonieta (1793); decapitados en la Revolución Francesa.
Catalina la Grande (1796); infarto.
Wilhelm Fals; asesinado por su hijo Hendrik.
Hendrik Fals (1830); suicidio.
Jorge IV (1830); locura.
Francis Beaulieu; hambre.
Jacques Colot (1904); suicidio por problemas mentales.
Lorens Ladue; asesinada por su amante Iván Kanitowski.
Príncipe Iván Kanitowski; asesinado por revolucionarios.
Subaya Hamid (1908); asesinada por su esposo:
Abdul Hamid II; depuesto en 1909 por la sublevación militar de los Jóvenes Turcos.
Simón Montarides y familia; su carruaje cayó por un precipicio.
Vincent McLean (1938); atropellado.
Ned McLean (1941); locura.
Elizabeth McLean (1946); sobredosis.
Evalyn Walsh McLean (1947); adicta a la morfina
Harry Winston (1978); ataque de corazón.
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